Tell me is something eluding you, sunshine?
Is this not what you expected to see?
If you wanna find out what's behind these cold eyes
You'll just have to claw your way through this disguise.
- "In the Flesh", Pink Floyd
[ADVERTENCIA: Señores padres, el siguiente post contiene
Lenguaje Adulto y Escenas de Violencia]
Finalmente una licenciada en psicología me esperaba a mí, territorio neuronal vírgen de terapia, planeta ávido de respuestas sobre (extrañamente) mí mismo.
-Te aclaro que no soy uno de esos loquitos que andan haciendo locuras por ahí eh! -dije amenazante al empezar mi extensa exposición de embrollos sinápticos.
Pero claro, los psicólogos son también de carne y hueso. Con sus fortalezas y debilidades, sus virtudes y defectos, sus propios umbrales de locura y sus consultorios decorados con premeditación y alevosía. Casi podríamos decir que son seres humanos.
Y sí, justo a mí me tocó empezar el mismo día del balde que rebalsa, el día del equipo al que le faltan casi todos los jugadores, el día en que un par de patitos abandonaron la hilera, el día en el que las circunstancias se afanaron unos cuántos caramelos del frasco.
Y no estoy hablando de mí, estoy hablando de ella, mi terapeuta. Ella, la que hizo un clic y empezó a patear para el otro lado.
Todo había comenzado de la mejor manera, de la tradicional. Su cara de poker, sus anotaciones, sus "mjmmmm" de voz relajada.
Es más, imaginaba que si le hubiera dicho "Descuarticé a mi vecino y me lo comí como relleno de empanadas" tal vez sólo hubiera contestado: "Mmmjmmmm, a ver... contáme... cómo era la relación con tu vecino?".
También me ví tentado de girar mi cabeza hacia la nada para decir con angustia: "Qué? Que la mate??? Nooo, no me pidas que haga esoooo oh gran señor de la Oscuridad!!!".
Pero no, fui el paciente/cliente perfecto y ella la dama que prostituye su mente ganando el dinero fácil.
La sesión fluía como un bello río, mis palabras eran el murmullo de las aguas. las suyas las esclusas de los canales. Su expresión imperturbable sólo se veía interrumpida de tanto en tanto por un guiño de su ojo izquierdo, un guiño que en principio creí cómplice pero que en realidad era la manifestación de algo peor, algo incubándose en su interior.
-En fin, yo no quise lastimar a nadie -concluí en determinado momento.
-Qué boludo -retrucó.
-Cómo?
-Sí, boludo, forro, pelotudo... sí... esa es la palabra, mil veces pelotudo... como un gran tren con miles de vagones cargados de pelotudos
-...
-PE-LO-TU-DO!!!! Entendés? -me dijo mientras anotaba la palabra con letras bien grandes y desgarrando la hoja por la presión de su mano.- Sos un flor de pe... lo... tu... do. Ahí está!
-Perdón pero me parece que...
-Qué más? Qué más? Eh? Eh? Loco de mierda! -su rostro estaba desencajado, se había quitado los anteojos y apoyaba ambas manos en el escritorio como para ponerse de pie.- AGGRRGGHHH!!! Estoy re podrida! Con las pelotas por el piso! Cansadísima de tanta basura!!!
La psicóloga se puso de pie resoplando con furia y lanzó un escupitajo al cuadro de Sigmund Freud. Luego. mirándolo le gritó:
-Sexópata degenerado! Anoche soñé con mi campo, con los cultivos de hortalizas... y qué?? Eso significa sexo también? Eh? Eh?
Me puse de pie con la idea de irme, reprochándome no haberlo hecho antes.
-Ahora mirá lo que hago! -le gritó al padre del psicoanálisis y girando el cuadro (como quien gira el letrero ABIERTO/CERRADO que pende de la puerta en un negocio) dejó al descubierto un precioso retrato de Pinky y Cerebro.
-Noooooo, no te vayas!!! Noooo por favor!!! -me tomó del brazo apretándome fuerte-. Estoy mal, necesito hablar con alguien, no te vayas, por favor! Por favor! No soy feliz! Por favor, no soy feliz, no soy fe-liz!
Pensé un instante... "caramba" me dije. Me senté nuevamente pero esta vez al otro lado del escritorio.
-No sos feliz... mmmhhh... y que cosas crees que te harían sentir feliz? -pregunté con mi mejor cara de poker.
-No sé... tocar la guitarra por ejemplo.
-Y que la gente se enamore de tu voz? -insinué mientras tomaba nota: "COMIDA P/LA PERRA".-Tengo que comprar, ya casi no tiene -me justifiqué.
-Sabés lo que pasa? -continuó ella-. Estoy agotada de tanto escuchar y siento que en definitiva yo siempre estoy escuchando y a mí nadie me escucha.
-Seeh seeh, bueno, -me puse de pié- por hoy dejamos acá si? Vamos a tener que trabajar mucho sobre eso. Las respuestas están dentro de vos misma y yo no soy ni un mago ni un maestro ni un juez. Simplemente te puedo ayudar a que ordenes tus pensamientos si?
Dicho esto me retiré sigilosamente mientras Cristina, mi psicóloga, se recostaba sobre la alfombra en posición fetal.
-Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña... -empezó a susurrar mientras me iba.
Qué extraña es la mente no?
Y yo que no creía en la terapia!
Pucha que es buena che! Puedo asegurar que salí de ahí mucho mejor.