Nos quedamos por tener fe
nos fuimos por amar.
Ganamos algo y algo se fue.
Algunos hijos son padres
y algunas huellas ya son la piel
Huellas en el mar
sangre en nuestro hogar
tenemos que ir tan lejos
para estar acá, para estar acá
- Charly García, "Plateado Sobre Plateado (Huellas en el Mar)"
Ver:
Episodio I
Episodio II
- EL FINAL -
Admito que me molestó un poco la actitud de Osvaldo al gesticular burlándose de Rolo que ante todo era un buen vecino, más allá de las peculiaridades derivadas de su insólito trabajo.
Así que -un poco para evitar la exposición en ese jardín de chusmas que es mi barrio- invité a mi vecino cosmonauta a pasar a casa para tomar unos mates y así poder seguir descubriendo algo de sus fantásticas aventuras.
-Bueno, paso pero sólo un ratito porque Estela me espera -me aclaró.
Un rato más tarde, mientras sonreía levemente me dijo:
-Sabías que el mate no es de acá no?
-No me digas que los uruguayos están intentando arrebatarnos nuestra tan bella creación!
-No no, no me refería a ellos, sino a los Gurlotes, un noble pueblo de las afueras de la galaxia -me explicó Rolo con los ojos llenos de entusiasmo-. Hace unos siglos estuvieron por acá y crearon esta bebida que en un principio saboreaban usando como recipiente la cavidad de medio cráneo humano.
-Uhhh! Qué espanto!
-Sí, pero enseguida notaron que les provocaba muchas ganas de orinar y eso afectaba sus largos viajes, así que dejaron de prepararlo y los antiguos nativos incorporaron el invento a su vida. Podría decirse que la raza humana sobrevivió al exterminio gracias a las propiedades diuréticas del mate.
Repentinamente, como si olas de sentimientos profundos hubieran golpeado las costas erosionadas de su rostro, mi vecino miró hacia abajo como ocultando su emoción y me dijo:
-Yo me metí en este duro oficio porque soñaba con la compañera perfecta y suponía que era necesario buscar mucho para encontrarla... El universo es tan grande... hay infinidad de vidas pululando al calor de las estrellas... qué egocéntrica idea podría hacernos suponer que la mujer ideal estaría cerca nuestro?
Me concentré en mi vecino, poniendo toda mi atención en sus palabras.
-Así fue como quise explorar otros mundos, conocer seres nuevos...
-Y lo lograste? -pregunté.
-Claro! Pero en ningún planeta hallé la felicidad... Y eso que recorrí muchos astros! Incluso me enamoré perdidamente hace unos años de una Arracnona divina. No sabés cómo besaba con sus cinco labios tentaculares.
-Agghhhh!!!
-Sí, yo creí que ella era la mujer perfecta con la que pasaría el resto de mi vida... sin embargo dos semanas después de depositar mi cohete en su dársena -a estas alturas yo ya no sabía si lo último había sido una simpática alegoría o una simple verdad literal y no estaba dispuesto a preguntarlo- ella me dijo que ya no me amaba, que todo había pasado muy velozmente. No la culpo -agregó Rolo-, el promedio de vida activa de una Arracnona no supera los 10 años terrestres, luego ya se funden con otras en un capullo viscoso verde.
Yo había quedado sin palabras, cualquier acotación me resultaba imbécil.
-Y Estela... -concluyó-... ay... Estela... ella es todo para mi, es mi vida... y sabés donde la conocí?
-En la agencia espacial rusa? -arriesgué.
-No, en la feria de los miércoles, acá a unas cuadras comprando acelga... Qué me decís?! Yo surcaba los cielos buscando el amor y mi media naranja estaba aquí nomás!
-Sí, asombroso -dije no muy convencido.
La charla siguió por un rato y luego Rolo se disculpó, agradeció cortésmente y se fue dejando en el tintero algo que me llenaba de nervios y emoción:
-Te animás a venir mañana conmigo? Tengo un viajecito acá cerca a una luna de Urano y te veo tan entusiasmado que podrías acompañarme.
Logicamente accedí con mucha gratitud y muchos temores pero la propuesta no podía ser rechazada.
Así es que dormí muy poco, atormentado de a ratos por la ansiedad y la sed por ver paisajes imposibles jamás vistos por ojos terrestres.
Por la mañana, con la mente confusa y la vista herida por los rayos de sol que se filtraban por la persiana, sentí una sensación muy extraña.
-Dale dale que tenés visitas! -me gritó una voz haciendome saltar de la cama. Un libro de Isaac Asimov cayó al piso (evidentemente me había quedado dormido leyéndolo).
Osvaldo! Claro, el vecino burlón con un delantal blanco me sacaba de la cama a empujones muy groseramente.
-Dale que es domingo, tenés visitas, tu mujer te está esperando -gruñó.
"Mi mujer?", pensé... "De qué me habla?".
Tercer pasillo a la izquierda, escaleras hacia abajo (ya me conocía el camino de memoria) y a lo lejos en el salón de visitas pude ver a Estela! Sin el encanto y la alegría de ayer, hoy se la notaba preocupada y abatida. Súbitamente interrumpió la charla con un hombre también de blanco al verme venir.
-Qué hacés acá? -pregunté-. Y Rolo? Te dijo que lo voy a acompañar hoy al espacio?
Estela bajó la vista y se tapó con una de sus manos temblorosas. Estaba llorando tal vez?
-Otra vez con lo de Rolo? -dijo en voz muy alta, ofuscada, como herida profundamente por mis palabras-. Cuando vas a entender que él ya no está, que ya no va a volver! Ojalá pudiera deshacer las cosas, dominar las tinieblas de la muerte, deshacer el tiempo...
"Pobre Rolo", pensé, "Estela se volvió loca".
Esta situación ya no me agradaba en absoluto. Sinceramente deseaba que este extraño encuentro terminara cuánto antes. Miré un reloj colgado en una blanca pared no muy lejana. Uh... ya eran las 9 y yo seguía en pijamas.
-El doctor Osvaldo me dijo que estabas mejor pero veo que se equivocó... -agregó Estela rompiendo en llanto desconsoladamente.
Yo no sabía que hacer para calmarla. Imaginense la situación! "Esta mujer necesita ayuda", pensé. Pero qué podía hacer yo? Encima justo ahora que necesitaba apurarme; necesitaba hoy más que nunca vestirme y prepararme! Justo hoy que mi sueño se iba a hacer realidad y Rolo iba a estar esperándome para ir al espacio!