Senderos laberínticos, inciertos y despiadados.
Caminos que parecen unirse... que sugieren futuro, que destilan comunión... pero no... Porque la mente no palpa los relieves, no hace silencio para oir lo errático del viento... no. La mente exagera, distorsiona y nos muestra un mapa al que el deseo le desacomodó las calles, cambiando nombres, ignorando señales.
Otra vez sólo, y es noche entre los árboles, empañado por la angustia, sofocado de deseos que agonizan.
Otra vez yo, acechado por los buitres del desconcierto, olfateando rastros de agua, escudriñando lunas.
Lo suficientemente invisible como para pasar inadvertido;
lo suficientemente visible como para no tener donde esconderme
lo suficientemente visible como para no tener donde esconderme
20 mar 2015
17 mar 2015
Y una noche...
Y una noche, con su capa de negrura de Muerte, la Nada extendió sus brazos y me tapó la luz.
No me arrastró consigo, mas bien me obligó a levantarme, a abandonar el verde, a cargar mi mochila deshilachada y retomar el viaje.
Con muchas sombras, con grandes miedos, con un llanto que no cesa y me impide ver donde piso, con la sospecha dolorosa de que las tierras que quedan atrás jamás dejarán de ser añoradas.
No me arrastró consigo, mas bien me obligó a levantarme, a abandonar el verde, a cargar mi mochila deshilachada y retomar el viaje.
Con muchas sombras, con grandes miedos, con un llanto que no cesa y me impide ver donde piso, con la sospecha dolorosa de que las tierras que quedan atrás jamás dejarán de ser añoradas.
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