So, so you think you can tell Heaven from Hell,
blue skies from pain.
Can you tell a green field from a cold steel rail? A smile from a veil?
Do you think you can tell?
And did they get you to trade your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees? Hot air for a cool breeze?
Cold comfort for change?
And did you exchange a walk on part in the war for a lead role in a cage?
How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls swimming in a fish bowl,
year after year, Running over the same old ground.
What have you found? The same old fears.
Wish you were here.
- "Wish You Were Here", Pink Floyd
blue skies from pain.
Can you tell a green field from a cold steel rail? A smile from a veil?
Do you think you can tell?
And did they get you to trade your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees? Hot air for a cool breeze?
Cold comfort for change?
And did you exchange a walk on part in the war for a lead role in a cage?
How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls swimming in a fish bowl,
year after year, Running over the same old ground.
What have you found? The same old fears.
Wish you were here.
- "Wish You Were Here", Pink Floyd
Sin advertencias, siguiendo algún comando misterioso, el visitante se presenta y se abre paso.
Ya conoce el lugar, ya se sabe recurrente y poderoso, aglutinador de silencios empapelados de imágenes, fantasmas sangrantes de heridas.
Sin encontrar resistencia el visitante se adueña por un tiempo del anfitrión y -sobre la única mesa sobre la que se tejen sueños y de dibujan duelos- despliega sus armas de recuerdos con contrastes hipnóticos.
Y así, una vez más en un ciclo de espejos, el visitante me sumerge (a mí... víctima y victimario; espectador y actor) en lo que fue y ya no está, en los sueños perdidos, en la desazón infinita de la idea del Jamás.
Mi habitación se tiñe de retazos del pasado, el visitante ni siquiera sonríe satisfecho. Simplemente observa mi metamorfosis: una vez más ya no seré el mismo.
El visitante extrae por fin su espada de entre su oscuro atuendo.
Embriagado por las imágenes proyectadas de lo que fue, de lo que ya no tiene retorno, me recuesto sobre esa mesa de madera que hasta hacía un rato olía a futuro. Y el visitante como tantas otras veces atraviesa mi cabeza con su espada fría e irresistiblemente sugestiva... espada que no produce dolor, tan sólo lo despierta de su esporádico letargo.
Ya conoce el lugar, ya se sabe recurrente y poderoso, aglutinador de silencios empapelados de imágenes, fantasmas sangrantes de heridas.
Sin encontrar resistencia el visitante se adueña por un tiempo del anfitrión y -sobre la única mesa sobre la que se tejen sueños y de dibujan duelos- despliega sus armas de recuerdos con contrastes hipnóticos.
Y así, una vez más en un ciclo de espejos, el visitante me sumerge (a mí... víctima y victimario; espectador y actor) en lo que fue y ya no está, en los sueños perdidos, en la desazón infinita de la idea del Jamás.
Mi habitación se tiñe de retazos del pasado, el visitante ni siquiera sonríe satisfecho. Simplemente observa mi metamorfosis: una vez más ya no seré el mismo.
El visitante extrae por fin su espada de entre su oscuro atuendo.
Embriagado por las imágenes proyectadas de lo que fue, de lo que ya no tiene retorno, me recuesto sobre esa mesa de madera que hasta hacía un rato olía a futuro. Y el visitante como tantas otras veces atraviesa mi cabeza con su espada fría e irresistiblemente sugestiva... espada que no produce dolor, tan sólo lo despierta de su esporádico letargo.