No soy seguidor de la BIG cadena multinacional de comida chatarra.
No me agrada.
Prefiero Burger King en donde las hamburguesas son visibles a simple vista sin la ayuda de instrumental óptico.
Pero los caminos de la vida más de una vez me llevaron hacia el mundo de las cajitas felices.
Allí he visto siempre al payaso Ronald, sentado con su sonrisa pétrea, inmutable ante el acecho de niños inocentes que no saben lo que hacen.
Sin embargo, la última vez, Ronald no estaba por ahí. Muchos no lo habrán notado pero a mi me llamó la atención.
Muy grande fue mi sorpresa cuando al ingresar al baño (limpiado cada 1/2 hora según la planilla firmada) lo veo salir de uno de los "habitáculos" diseñados para evacuar desechos digestivos. (jaaa... que manera fina de decirlo). El pobre payaso, ya sin la característica sonrisa que solía acompañarlo, caminaba ligeramente encorvado y sosteniendose la barriga.
- Ehhhh!!!???!?!? - fue lo primero que me salió decir cuando lo tuve frente a frente.
- Que pasa hermano? - me dijo prepotente tirando a la basura la imagen que siempre tuve de él.
- Es que nunca ... - atiné a decir sin poder recuperarme de mi asombro.
- Sabés lo que pasa fiera? Vivo comiendo la basofia que me dan acá. Tengo el aparato digestivo a la misera, vieja. Casi me voy por el inodoro con peluca y todo.
Dicho eso, se retiró del baño a seguir cumpliendo con su sacrificada labor dejándome con una sola preocupación: El bizarro payaso yanqui no se lavó las manos.
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