Se acomodó en la butaca plácidamente.
Supuso que el viaje sería de lo mas agradable. Reclinó su cuerpo para disfrutarlo con distensión. No tenía apuros. Tampoco compromisos.
Encendió la máquina y se lanzó a mundos desconocidos. De a poco vió como se modificaba el paisaje.
Muchos sonidos le eran familiares, otros no tanto. Algunas lugares ya habían sido vistos miles de veces pero igual le arrancaban una sonrisa.
De tanto en tanto ajustaba el curso de su trayectoria.
Hacia adelante, hacia atrás... Un poco más alto, un poco más bajo...
De pronto notó que los controles ya no respondían a sus órdenes.
Se preocupó... y mucho. "Se supone que esto no debería ser así", pensó.
Así que abandonando todo el confort que el tercer milenio le brindaba se puso de pié para resolver la situación.
"Tampoco es para tanto", se dijo a si mismo.
No era la primera vez que un control remoto se quedaba sin pilas.
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