Lo suficientemente invisible como para pasar inadvertido;
lo suficientemente visible como para no tener donde esconderme

19 abr 2005

Vidas Ejemplares: Primera entrega

[Aquí nace una nueva sección. Solamente biografías de personalidades que marcaron a fuego el curso de nuestra historia. En esta primer entrega mi humilde homenaje al pintor de pintores]

Hoy: La vida le pintó bien

Dalmiro Pindapoy (1915-1980)
Genial pintor argentino. Nacido en un humilde hogar de Claypole, Buenos Aires. Su formación en el arte tomó de referente las escuelas del impresionismo y del cubismo para, gracias a su talento innato, consagrarlo como el padre del resignismo.
Su maestro y mentor, Juan Carlos "Cachito" Lasarna, lo descubrió a la temprana edad de 12 años mientras lo veía entrenar en las inferiores de Deportivo Riestra. Coincidió desde un primer momento con su entrenador: "En la cancha estás pintado pibe", le dijo y se lo llevó a laburar con él.
En sus comienzos junto a su maestro pintaba frentes, rejas y arreglaba calefones. Lo apodaban "rodillito". Por el tiempo que se tomaba en terminar sus trabajos ya se veía venir que lo de él era el arte.
Dalmiro siempre rehusó dar demasiadas explicaciones acerca de los orígenes del resignismo pero sabemos que el estilo propugnaba el abandono total de una obra sin concluirla, con el convencimiento de que cada pincelada la alejaría más y más de la estética y el buen gusto. Esto le generó un par de inconvenientes en lo laboral pero lo catapultó al éxito en el terreno artístico.
Una vez que el resignismo fue reconocido como movimiento a nivel mundial, Dalmiro alcanzó fama y prestigio. Soberbio y transgresor como pocos, se lo reconoce por haber utilizado las técnicas más originales que se pudieran pensar. Fue él quien demostró que el arte plástico no era sólo atributo de la clase pudiente al exponer su controvertida obra "Pozo lleno". El cuadro estaba enteramente realizado combinando materia fecal canina de distintos tonos. Pintada con las yemas de los dedos, la pieza estuvo 3 meses expuesta en un museo de Praga hasta que el insoportable olor (potenciado por la llegada de los meses estivales) aceleraron su injusta prohibición.
Algo similar ocurrió en la galería de arte "Os Lienzos do Sousa" de Sao Paulo cuando presentó su "Hogar Dulce Hogar", obra realizada con distintas variedades de azúcar. Al segundo día, una invasión de hormigas (la más chica se tropezó con el busto de Pelé) obligó al cierre definitivo de la institución.
Su obra pictórica más recordada, "El dolape y el barba" fue un éxito en numerosas galerías de arte europeas hasta que el Vaticano la consideró "Better non viú" ("mejor no verla" en latín) por considerar que si se la miraba al revés el cuadro contenía blasfemos mensajes satánicos.
Dalmiro contestó la acusación con un simple: "A mi nunca se me ocurriría dar vuelta a un cura".
De todos modos esta oposición de la iglesia no hizo más que extender su fama. A pesar de que él mismo no se consideraba un artista plástico ("prefiero pensar que soy de carne y hueso" había afirmado) su aporte en este ámbito marcó un hito.
Otras obras famosas que se le atribuyen son: "El Primer Almuerzo", "Los Tulipanes", "Sombra chinesca de un gas" y "Como chico pal colegio".
Finalmente luego de tanta fama le llegó una época de derroche, descontrol y escándalos públicos. Muy recordada es la noche en que en un confuso episodio fue detenido en un corsódromo de Gualeguaychú mientras desfilaba totalmente desnudo. "Para un pintor de verdad los lienzos no son lo más importante!" gritaba mientras lo encerraban en un patrullero.
Luego vinieron los años oscuros del proceso, la persecución, el exilio.
Dalmiro ya había dilapidado su vasta fortuna. Sólo le alcanzó para exiliarse en Villaguay, Entre Ríos. Allí fue apresado y tuvo que permanecer detenido por unos meses. Sus últimos años los pasó en la casa de una cuñada en Berazategui. No tuvo hijos pero se comenta que su querida cuñada le dió un par de sobrinos. Muy parecidos a él por cierto.
Lo que nadie duda es que todo un mundo sediento de arte heredó su invalorable aporte a la cultura no sólo argentina sino mundial. Hoy son cada vez más numerosos los artistas resignistas que ven en el legado de Dalmiro una guía, un ejemplo de vida.

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