Lo suficientemente invisible como para pasar inadvertido;
lo suficientemente visible como para no tener donde esconderme

22 ago 2005

Vidas Ejemplares: Segunda entrega

[Primera entrega]
[Luego del contundente éxito de la primera entrega de "Vidas Ejemplares" y demorado por algunos piquetes intelectuales aquí va mi humilde homenaje a una grande del mundo del espectáculo]

Hoy: Nosotros sí te recordamos

Nélida Gini (1938), la actriz desmemoriada.
Nacida en un humilde barrio de las afueras de Córdoba, dió sus primeros pasos a la edad de 14 meses cuando su padre, jugador empedernido, vendió su "andador".
Ya en la escuela primaria, ella aseguraba que había nacido para "las tablas". Vale aclarar que esto fue desmentido una y otra vez por cada una de sus maestras, quienes decían que Nélida no era capaz ni de multiplicar una pareja de conejos. No obstante, se destacaba siempre en cuánto acto escolar hubiese. Descollante! Entre granaderos, próceres, mazamorreras, repartidores de escarapelas, fotógrafos y vendedores de vela, allí estaba ella... disfrazada de farol o de escoba.
En aquellos años, junto a su amiga Zulma, gastaba sus pequeños ahorros en el cine de su barrio mirando a sus ídolos de la pantalla grande y soñando con estar alguna vez ahi. Eso la llevó a tomar un día la dura decisión de abandonar su hogar y subirse a un autobús hacia Pantalla Grande, un pequeño asentamiento indígena en el norte formoseño.
Fue allí, en Formosa, donde hizo sus primeras armas... arcos y flechas, bayonetas, rule-gomas y sevillanas de todo tipo. Luego, a la edad de 16 años, la bellísima Nélida se enamoró perdidamente de un camionero y consiguió, siempre de la mano de éste, conocer Buenos Aires. Un trágico vuelco en una curva a la altura de Resistencia Chaco le dejó una lección que la marcaría para toda la vida: No es bueno ir siempre de la mano de alguien que maneje camiones. Lección que rápidamente olvidó, claro, porque el problema de Nélida era su memoria. Jamás recordaba nada.
Por eso hoy se la recuerda mundialmente como "Nélida, la gran improvisadora". Sus ausencias y lagunas mentales eran formidables. En su película más exitosa "El desvarío de Ofelia" (1966), interpretaba a una mujer humilde con amnesia. Su genial caracterización le valió una estatuilla de la Academia del Sindicato de Actores, premio que nunca fue a retirar. Años después se supo que ella no "actuó" en el film sino que el 95% de las tomas se habían hecho captando su vida cotidiana sin que ella siquiera se enterara.
También brilló en otras gemas cinematográficas de la decada del 60. Se recuerdan sus actuaciones geniales en "La enfermera hippie", "Los muchachos no lloran", "Témpanos de fuego", "Tración en la cama", "Desnuda y aburrida" y "Pelotuda de trapo" la ópera prima de Juan Carlos Sogán. Este último fue su más importante director.
Juan Carlos en principio se declaraba admirador de Nélida. En un trascendental reportaje que le hiciera Pinky, Juan Carlos dijo de ella: "Es la más grande porno star". Ante la incomprensión de la animadora que dijo: "No sabía que Nélida hubiera actuado en peliculas pornográficas", Juan Carlos aclaró "No, no. Por no estar! Quiero decir, mis mejores películas tienen algo en común: en ninguna de ellas actúa Nélida!".
Superado el malentendido y alejada la diva de su director, decidió introducirse esta vez en serio en el oscuro mundo de las películas condicionadas. "Allí sí podría recordar el texto", pensó. A pesar de ese razonamiento acertado se dice que muchas de las tomas debían repetirse infinidad de veces por culpa de sus olvidos, provocando el lógico "desgaste" del equipo de filmación.
Aunque algunas de sus películas recorrieron el mundo de las cintas de dicho género a ella no le pagaban con dinero sino con favores sexuales (o sea más horas de grabación!) generándose así un tenebroso círculo del que no podía salir.
Finalmente fue Octavio Petruzza, publicista de Petruzza, Báscula & Givochi, quien la rescató del lodo (justo en ese momento estaba rodando una sensual escena de lucha en el barro) y la llevó finalmente a la pantalla chica.
Allí condujo, en 1985 el primer talk show argentino. "Como collar de garrafas" era un programa en el que abundaban los baches de Nélida, los panelistas pidiendo la palabra para mandar saludos y los debates de interés que la comunidad necesitaba en esa época.
Petruzza la bancó hasta el final (del primer bloque del segundo programa), día en el que el tema a tratar era "Hombres con pie plano sometidos por sus mascotas". Después, a Nélida se le hizo muy dificil afrontar los compromisos sin el apoyo del publicista. Por más que muchos otros en el canal la apoyaban casi todos los días, presentó su renuncia a las autoridades del multimedio a los 18 minutos de comenzado el tercer programa.
Y después de más de 10 años de estar ausente (esta vez también fisicamente) resurgió con todo el glamour y el encanto que solamente una estrella de su talla podía emanar. Así, en 1997, protagonizó tres ambiciosas campañas publicitarias para Allorno & Freeto, las recordadas publicidades de pañales para adultos, las de fijadores para prótesis dentales y una bizarra propaganda de laxantes.
Después, ya no se supo nada de ella. Se dice que volvió a Formosa donde pasó los mejores años de su juventud. Claro que ella no lo recordaba. Pero nadie la ha visto.
Sólo esperemos que el mundo no le pague con la misma moneda y que no la olvidemos.

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